Un gesto de acogida y cercanía al drama de los refugiados marcó la catequesis del papa Francisco, en la audiencia del miércoles 22 de junio: el Papa invitó a un grupo de jóvenes refugiados africanos a sentarse a su lado y acompañarlo durante la catequesis.
Con su gesto, Francisco actualizó el tema de su predicación, referido al encuentro de Jesús con un leproso: “Señor, si quieres, puedes purificarme”.
“¡Cuántas veces encontramos a un pobre que viene a nuestro encuentro! Podemos ser incluso generosos, podemos tener compasión, pero normalmente no lo tocamos. Le damos una moneda, pero evitamos tocar la mano, la tiramos ahí. ¡Y olvidamos que eso es el cuerpo de Cristo!
Jesús nos enseña a no tener miedo de tocar al pobre y excluido, porque Él está en ellos”, dijo el Papa. Y enseguida explicó el contenido evangélico de su gesto: “tocar al pobre puede purificarnos de la hipocresía e inquietarnos por su condición. Tocar a los excluidos. Hoy me acompañan aquí estos chicos. Muchos piensan de ellos que sería mejor que se hubieran quedado en su tierra, pero allí sufrían mucho. Son nuestros refugiados. Pero muchos les consideran excluidos. Por favor, son nuestros hermanos. El cristiano no excluye a nadie, da sitio a todos, deja venir a todos”.
El gesto y las palabras del Papa tienen profunda resonancia en América Latina y el Caribe, cuando asistimos, todos los días, al drama de los migrantes y refugiados, vulnerables, arriesgando su vida, víctimas de todo tipo de violaciones a sus derechos. Y sin embargo, “son nuestros refugiados”. El año de la misericordia nos debe mover a hacernos cargo de nuestros .....
NUESTROS REFUGIADOS
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