La vejez es una promesa, querer la eterna juventud es delirante
Vatican News
Tras la
pausa de julio y las reflexiones, de la semana pasada, dedicadas a su viaje
apostólico a Canadá, el Pontífice – en el Aula Pablo VI repleta de fieles –
desarrolló su decimosexta catequesis sobre la tercera edad como "un tiempo
proyectado hacia la plenitud", que es un pasaje a través de la fragilidad
de la fe y del testimonio y "a través de los desafíos de la
fraternidad".
La fortaleza
que radica en las promesas del Señor
Hablando en
nuestro idioma el Santo Padre dijo a los queridos hermanos y hermanas
presentes:
“En esta catequesis contemplamos a Jesús que se despide de sus discípulos
con palabras de consuelo. Les dice: ‘No se inquieten, voy a prepararles un
lugar en la Casa de mi Padre’”
Después de la Ascensión del Maestro a los cielos, los discípulos
experimentan, por un lado, la fragilidad del testimonio y los desafíos de la
fraternidad, y por otro, la fortaleza que radica en las promesas y bendiciones
del Señor.
Recorremos el camino de la vida como aprendices
El Obispo de Roma añadió que también
nosotros, “en el seguimiento de Jesús, recorremos el camino de la vida como
aprendices, experimentando dificultades y fatigas”.
En este
camino se nos invita, con la gracia de Dios, a salir de nosotros mismos y a ir
siempre más allá, hasta llegar a la meta definitiva, que es el encuentro con
Cristo.
De la
ancianidad el Santo Padre dijo que “es el tiempo propicio para dar testimonio
de la espera anhelante de ese encuentro definitivo. Por eso, sería interesante
que las Iglesias locales, acompañando a las personas ancianas, las ayuden a
reavivar el ministerio de la espera del Señor”.
Vatican News
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